domingo, 25 de noviembre de 2012

Consejos de un cura veterano a uno joven

En esta ocasión comparto un texto que me ha parecido interesante para meditar sobre él, aunque va dedicado especialmente a los sacerdotes jóvenes más que a los catequistas.

Son unas reflexiones que nos hacen meditar sobre el papel de un joven sacerdote cuando se enfrenta la tarea de dirigir una parroquia.

Espero que sea útil a alguien.

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Consejos de un cura veterano a uno joven

El único Salvador es Jesucristo. El cristianismo ya está inventado. Ayudar a vivirlo hoy es tu misión.

Si predicas a los demás que escuchen la Palabra de Dios, escúchala tú primero. Pues 'antes de hablar de Dios, hay que hablar con Dios'. La oración no tiene buena prensa, pero sin ella no “saborearás” a Dios. Y cuando hables, prepárate, que sabemos mucha teología, pero somos capaces de decir muchos “disparates”.

No te pegues al dinero, pésimo pegamento, 'mal amo, pero buen criado'. No abunda hoy el “cura avaro”, sino el “gastón”; ni uno ni otro evangeliza.
Si pudiendo elegir un trabajo, escoges el menos remunerado, estarás cerca del Evangelio. Si además esto lo haces “sin presumir”, más evangélico aún. Y no gastes “aires de superioridad”: la sencillez gana los corazones.

Al llegar a un pueblo elogia su agua, su clima y sus gentes. Si empiezas desarmándolo todo, malo, malísimo. Decía otro cura de antaño: 'en el primer año ver, oír y callar, sobre todo callar. Y como norma, hablar siempre bien del antecesor'. Esto edifica “cantidad”.

Si gastas dinero de la comunidad, rinde cuentas a la comunidad.
Nunca llames “perder el tiempo” a charlar con la gente de sus cosas y preocupaciones, sean cristianas o no. Basta que sean personas. Y menos creer que escuchar y perdonar pecados es labor inútil, aunque lo parezca y no “brille”.

Si te toca ayudar a un cura mayor, recuerda que es cura y que es mayor.
Consulta tus proyectos con peritos, compañeros, pueblo, comunidad. Consultar no es tiempo perdido. Tú no eres infalible… ¡Y la Iglesia tiene más de dos mil años!

En ocasiones te verás convertido en custodio de arte religioso. Todo arte, y más el religioso, es signo de la belleza de Dios. Respétalo como algo divino.
No te metas a “gobernar” la política, la cultura, los sindicatos… ¿Te parece poco extensa tu parcela religiosa? Respeta la ley de “incompatibilidades”. Y no seas cacique.

Tu tarea apostólica quedará estéril si no suscitas hombres y mujeres apóstoles en todos los campos. Haz comunidad continuadora de la obra de Jesús.

Tarde o temprano, el horizonte de tu vida aparecerá marcado por el dolor, la tentación, la fragilidad, la cruz. Eres ministro del crucificado. No extrañes, no rehúyas la cruz. Tu celibato te exigirá renuncia, ofrecimiento, lucha… ¡Y somos tan frágiles! Por lo menos andemos advertidos por el mundo.