Recientemente se celebró en Roma un Congreso Internacional sobre la Catequesis que reunió a más de 1.600 catequistas de todo el mundo.
Y el Papa Francisco esbozó en sus palabras 10 aspectos que marcan el trabajo de un buen catequista o de un buen evangelizador, y que pasan, como no podría ser de otra forma, por el trato personal e íntimo con Jesús y la coherencia de vida entre lo que decimos y lo que hacemos.
Como este blog va dedicado a catequistas y evangelizadores, recojo estas 10 cuestiones en forma de decálogo para que nos sirva de ayuda y meditación y para que nuestro trabajo en la transmisión del mensaje de Jesús sea más fructífero.
Y el Papa Francisco esbozó en sus palabras 10 aspectos que marcan el trabajo de un buen catequista o de un buen evangelizador, y que pasan, como no podría ser de otra forma, por el trato personal e íntimo con Jesús y la coherencia de vida entre lo que decimos y lo que hacemos.
Como este blog va dedicado a catequistas y evangelizadores, recojo estas 10 cuestiones en forma de decálogo para que nos sirva de ayuda y meditación y para que nuestro trabajo en la transmisión del mensaje de Jesús sea más fructífero.
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Decálogo del catequista
1. Ser, no hacer de: El Papa recordó que «la catequesis es una columna
para la educación de la fe, y ¡se necesitan buenos catequistas!» Aunque
ellos, como todo evangelizador, tienen que «ser catequistas; no trabajar de catequistas ¡eso no sirve!».
2. Primero, el testimonio: «Ser catequista [o
evangelizador] significa dar testimonio de la fe; ser coherente con la
propia vida. Y esto no es fácil. Nosotros ayudamos,
guiamos hacia el encuentro con Jesús con las palabras y con la vida, con
el testimonio. Me gusta recordar aquello que san Francisco de Asís
decía a sus frailes: Predicad siempre el Evangelio y, si fuese necesario, también con palabras. Pero antes, el testimonio: que la gente vea en vuestra vida el Evangelio, que pueda leer el Evangelio».
3. Partir de Cristo: «Ser catequista [o apóstol]
requiere amor, amor a Cristo cada vez más fuerte, amor a su pueblo
santo. Y este amor no se compra en las tiendas. ¡Este amor viene de Cristo! Partir desde Cristo
significa tener familiaridad con Él. Tener esta familiaridad con Jesús.
(...) Si estamos unidos a Él, podemos dar fruto. (...) Y
esto vale siempre, ¡es un camino que dura toda la vida!»
4. Ante el sagrario: Estar ante el sagrario «enardece el corazón, tiene encendido el fuego de
la amistad con el Señor, te hace sentir que Él te mira verdaderamente,
te es cercano y te quiere. (...) ¿Tengo momentos en los que permanezco
en su presencia, en silencio, me dejo mirar por Él? ¿Dejo que su fuego
enardezca mi corazón? Si en nuestro corazón no existe el calor de Dios,
de su amor, de su ternura, ¿cómo podemos nosotros, pobres pecadores,
enardecer el corazón de los demás?».
5. Al encuentro del otro: «Mientras más te unes a
Jesús y Él se vuelve el centro de tu vida, más Él te hace salir de ti
mismo, te descentraliza y te abre a los otros», pues «donde
hay verdadera vida en Cristo, hay apertura hacia el otro, hay salida de
sí para ir al encuentro del otro en el nombre de Cristo. Y éste es el
trabajo del catequista [del evangelizador]: salir continuamente de sí
por amor, para testimoniar a Jesús y hablar de Jesús, predicar a Jesús».
6. Sin miedo: «Partir de Cristo significa no
tener miedo de ir con Él a las periferias», significa «no tener miedo de
salir de nuestros esquemas para seguir a Dios, porque Dios va siempre
más allá. ¿Sabéis una cosa? ¡Dios no tiene miedo! ¡Está siempre más allá
de nuestros esquemas!».
7. Ser creativos: «La creatividad es como la
columna del ser catequista», pues «Dios es creativo, no es cerrado, y
por esto jamás es rígido. Nos acoge, nos viene al
encuentro, nos comprende. Para ser fieles, para ser creativos, es
necesario saber cambiar. ¿Y por qué debo cambiar? Para adecuarme a las
circunstancias en las que debo anunciar el Evangelio».
8. El riesgo de apoltronarse: El Santo Padre alertó a los evangelizadores del «riesgo de
apoltronarse, de la comodidad, de la mundanidad en la vida y en el
corazón, de concentrarnos en nuestro bienestar», pues «si las cosas, el
dinero, lo mundano se convierten en el centro de la vida, nos aferran,
se apoderan de nosotros, perdemos nuestra propia identidad».
9. Hacer memoria de Dios: «El catequista
[evangelizador] es quien custodia y alimenta la memoria de Dios; la
custodia en sí mismo y sabe despertarla en los demás», ya que «para cada
uno de nosotros, para todo cristiano, la fe contiene precisamente la
memoria de la historia de Dios con nosotros, la memoria del encuentro
con Dios, que es el primero en moverse, que crea y salva, que nos
transforma; la fe es memoria de su Palabra que inflama el corazón, de
sus obras de salvación con las que nos da la vida, nos purifica, nos
cura, nos alimenta».
10. Sin quitar ni añadir: «El catequista
[evangelizador] es un cristiano que pone esta memoria al servicio del
anuncio; no para exhibirse, no para hablar de sí, sino para hablar de
Dios, de su amor y su fidelidad. Hablar, transmitir todo lo que Dios ha
revelado, es decir, la doctrina de su totalidad, sin quitar ni añadir».
EXCELENTE, DAR ESE TESTIMONIO DE VIDA. DIOS Y LA VIRGEN REINA DE LA PAZ NOS BENDIGA Y SE LOGRE ESTE DECALOGO EN LOS CATEQUISTAS,QUE LA PAZ PERMANEZCA CON TODOS LOS CATEQUISTAS Y EL MUNDO ENTERO. AMEN.
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