sábado, 7 de abril de 2012

El hombre que se siente conocido por Dios

Esta dinámica se ha realizado con grupos de hasta unos 30 jóvenes en convivencias y retiros.

Previamente es necesaria una charla que trate de cómo Dios nos conoce y nos quiere.

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Dinámica: Oración del hombre que se siente conocido por Dios. Una oración compartida 

 

Objetivo: centrar la oración de diálogo con Dios en una frase concreta que exprese mi sentimiento en relación a El, resaltando un aspecto particular. Potenciar la oración comunitaria al compartir la reflexión personal con el grupo.


Material: salmo 139 u otro apropiado, sea salmo, poema, oración, etc.

Realización sugerida
1) en la capilla se expone el Santísimo y se hace una breve monición de entrada. Se reparte fotocopia del salmo.
2) Se lee el salmo y se dejan 20’ aprox. de reflexión personal. Puede haber música de fondo que facilite la interiorización.
3) Cada uno libremente dice en voz alta el verso que le llama la atención o que le interpela.
4) Proclamación de la Palabra. Lectura de Jn 14, 23-24, Jn 15,4, Jn 15, 15-17.
5) Se termina con una canción alusiva o recitando entre todos una oración apropiada o un  poema.

Tiempo sugerido: dependiendo de las circunstancias, entre 30’ y 1 hora.

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SALMO  JOVEN DE INTERIORIZACION (Salmo 139)

Señor, tú me llegas hasta el fondo y me conoces por dentro.
Lo sé: me conoces cuando no paro o cuando no sé qué hacer,
mis ilusiones y mis deseos los entiendes como si fueran tuyos;
en mi camino has puesto tu huella,
en mi descanso te has sentado a mi lado;
todos mis proyectos los has tocado palmo a palmo.
Tú oyes el corazón del hombre sumido en el silencio,
cuando aún no tiene palabras para abrirse a ti.

Es increíble: me tienes agarrado totalmente,
me cubres con tu palma y me siento tuyo.
Como grano de arena en el desierto,
como gota de agua perdida en el mar,
así me encuentro ante ti.
Dios mío, quiero abrir mis brazos y abarcarte,
quiero llegar hasta tu orilla y nunca toco tu tierra.

Me digo y no sé responderme: ¿A dónde iré
que no sienta el calor de tu aliento?
Me digo: ¿A dónde escaparé
que no me encuentre con tu mirada?

Cuando escalo mi vida y me supero, allí estás tú;
cuando me canso en el camino y me siento barro,
allí, perdido en mi dolor, te encuentro a ti.
Cuando mis alas se hacen libertad sin fronteras
y toco el despertar de algo nuevo;
cuando surco los mares de mis sueños
y pierdo la arena pegadiza de mis playas,
allí está tu mano, y tus ojos y tu boca...
allí, como Amigo fiel, de nuevo estás tú.

Si digo cansado: Que la tiniebla me cubra de negro
como un paraguas viejo y roto;
si digo desanimado: que el día se haga noche sobre mí
y me envuelva en su manta robándome el camino,
ni la tiniebla, Señor, es oscura para ti
y la noche, Señor, es clara como el día.

Tú eres como manantial de donde brota el río,
como raíz de donde arranca el árbol.
Tu vida se ha hecho vida en mis entrañas,
me has dado el origen y quieres que camine
hacia la meta que no es otra sino Tú.
Soy tuyo: sólo tu amor da respuesta a mi pregunta.
Me amabas ya cuando me tejiste en el seno de mi madre.
Te doy gracias porque me has llamado a ser feliz.

Señor, me conoces hasta el fondo de mi alma,
nada se te esconde de cuanto soy en lo más profundo.
Yo me pregunto si el sentido de mi vida
puede darse si le faltas Tú.

Señor, aunque mi árbol se quede sin hojas,
aunque la poda lo deje desnudo y solo,
aunque el frío lo apriete hasta hacerle llorar,
Señor, en mi árbol mi hoja serás siempre Tú.

Dios mío, sondéame para conocer mi corazón,
ponme a prueba para conocer mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía o se hace camino muerto.
Guíame por el Camino nuevo que has abierto entre los hombres.
Quiero hacer de él un proyecto para mi vida,
y paso a paso, desde lo hondo de mi ser, vivir para ti.



Taller de Oración

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